jueves, 24 de abril de 2008

Cansancio

Párpados que pesan, hombros que caen, pensamientos que revolotean y nos elevan impetuosamente (con ímpetu, ejem)...
El cansancio es un mal reciente y reincidente estos últimos tiempos. La rutina diaria de su capitán (o sea yo) casa-trabajo-facultad-casa y su inercia arrastra cual rama por el cauce de un río. Forzado a dejarse llevar por la corriente, así esta atraviese mares, cascadas o incluso pantanos.
Desgasta, pule, flaquea, debilitando y transfigurando cualquier espíritu.

La percepsión de la realidad se vuelve mas endeble, menos fiable... Y es todo un problema a la hora de enfrentarnos con las pequeñas o grandes tormentas que se nos interponen a diario...
¿Cuánto dijo? ¿Qué dijo? ¿Cómo dijo? ¿A dónde? ¿Qué línea? ¿Cuánto era? ¿Por qué página? ¿que necesitaba?

Concentrarse se vuelve un imposible, practicar un arte que requiere concentración -en consecuencia- también. Pero el problema es mayor, la comunicación se entorpece. Pero no la comunicación oral, mas bien la primitiva. La del lenguaje corpóreo: Su percepsión, la percepsión de lo tácito se vuelve abrumadora.
¿La querré? ¿Me querrá? ¿Me ignora? ¿La molesto? ¿Sufro cuando no me habla? Pero si hablamos siempre... ¿Estaré equivocandomé con ambos? ¿En que mierda estoy pensando cuando se me ocurre pensar en amor?
Que sentimos, que pensamos, que percibimos se confunde y se funde en un mar de sensaciones dificil de amainar...

Por lo pronto, vuelvo a mi camarín. Creo que necesito un descanso... Acomodar ideas, y sensaciones.

Pero antes os digo, siempre es mejor estar muy centrados antes de querer a alguien... Al menos que ese alguien sea nuestro centro, pero pocas veces ocurre o pocas veces se ven ambas partes.

Hagamos algo de feedback: ¿Que les sucede cuando se cansan? ¿Qué hacen cuando ya no saben cómo hacer? ¿ O cuándo temen hacer?

Un saludo.

viernes, 18 de abril de 2008

Hoy: Notas

Y allí va el hombre pequeño, sin don aparente... Luchando y perdiendo con su propia ignorancia y mediocridad...

Permitanse disfrutar de aquello que puede hacerlos felices.





El humo está entrando a la cabeza, al barco... No logro comprender la ineptitud de quienes deberían de encargarse de que esto no suceda. ¿Es que no nos damos cuenta? ¡Carajo!

Mierda de ineptos.

Por ello, gocen de aquello que les permita ser un poco más felices.

martes, 8 de abril de 2008

¿Con qué podría retenerte?

Hoy les traigo a Borges...

¿Con qué podría retenerte?

Te ofrezco esbeltas calles, puestas de sol desesperadas, la luna de suburbios mal cortados.
Te ofrezco la amargura de un hombre que ha mirado largamente la luna solitaria.
Te ofrezco mis ancestros, mis muertos, los fantasmas que los vivos han honrado con bronce: al padre de mi padre que murió en la frontera de Buenos Aires con dos balas que atravesaron sus pulmones, barbado y muerto, a quien amortajaron sus soldados con una piel de vaca; a ese bisabuelo, de la línea materna, que comandó, con veinticuatro años, una ofensiva de trescientos hombres en el Perú, ahora sólo fantasmas sobre monturas desleídas.
Te ofrezco, sea cual fuere, la sapiencia que contengan mis libros, y la hombría y el humor que contenga mi vida.
Te ofrezco la lealtad de un hombre que jamás ha sido leal.
Te ofrezco el núcleo duro de mí mismo que he guardado, de algún modo; el corazón central que no comercia con palabras, no trafica con sueños, y no tocan el tiempo ni el placer ni las adversidades.
Te ofrezco la memoria de una rosa amarilla vista al atardecer algunos años antes de que nacieras.
Te ofrezco explicaciones de vos misma, teorías de vos misma, auténticas y sorprendentes noticias de vos misma.
Te puedo dar mi soledad, mi oscuridad, el hambre de mi corazón; intento sobornarte con incertidumbre, con peligro, con derrota.

Jorge Luis Borges

Estoy muy... Mareado para la creación.

miércoles, 2 de abril de 2008

"Liberame"

Soledad. El océano es eso, soledad. Mayor aún cuando uno se embarca solo. Pero, por suerte la lluvia me aleja del océano, de su inmensidad y de mi soledad. Debo refugiarme en mi camarín...

Parece que durará bastante, por lo que enciendo el televisor. No tardo en descubrir su maquiavélico plan. Que comer, cómo, cuándo, cómo entretenernos, que música escuchar, cómo hacerlo... ¡Hasta incluso nos dicen que hay que usar Internet y después que es malo hacerlo desde casa!

Hay todo un mundo exterior a eso. Desde aquí se lo puede apreciar bien. No dejen que los consuma el facilismo de, valga la redundancia, consumir lo primero que se les ofrece. Aunque es difícil luchar contra el bombardeo constante de los medios. Por lo pronto voy a tirar el televisor por la borda. Que Dr. House se mire solo.

Bueno, de nuevo solo. Pero al menos está parando la lluvia. Y ya se que escribirles la próxima.